Las obras de ampliación del centro de rehabilitación y educación especial “El Nido” han finalizado. La Fundación Esther Koplowitz, apoyó este proyecto desde el principio para duplicar la capacidad de la residencia y el servicio del centro de día.
Andrés Aberaturri, presidente de la Fundación Nido, se puso en contacto con la presidenta de la Fundación para trasladarle la necesidad de ampliación de este colegio de educación especial que alberga niños con diferentes capacidades intelectuales. Doña Esther envió a la semana siguiente un equipo para evaluar esta necesidad. Hoy ya es una realidad, finalizado y a la espera de licencia de ocupación por las autoridades competentes. Más de 20 afectados de parálisis cerebral podrán beneficiarse de las nuevas instalaciones que ofrece la nueva residencia.
El nuevo edificio, diseñado por el arquitecto Ricardo Landaluce y construido por FCC, dispone de 3000 m2. La idea principal ha sido enlazar las dos edificaciones existentes, el antiguo colegio donde se trasladaron en 1995 y el actualmente construido, para formar una sola unidad intercomunicada.
El edificio consta de 3 alturas (dos sobre rasante y una bajo rasante) para mantener la estética urbanística existente en la zona de Campamento. Está compuesto por dos pastillas, una orientada al sur y otra al este, ambas orientaciones óptimas para la captación de energía solar. De esta manera, se minimizan los costes energéticos y se favorece la salud de los enfermos cuyo estado, en muchos casos, es muy delicado.
En la planta baja se encuentra la zona de instalaciones, iluminada de forma natural mediante un patio inglés rematado con una lámina de agua. Sobre el rasante, la configuración de cada planta es intuitiva. En el caso de la planta baja se disponen dos salas diáfanas polivalentes (la sala ‘Rock n’ Roll’ y la sala ‘Algodones’); y en la primera planta, 11 casitas iguales con capacidad para 22 camas.
El proyecto de la Fundación Esther Koplowitz, pensado por y para los residentes se ha convertido en un referente arquitectónico en el que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle, desde las instalaciones más modernas en domótica para tener un control total de los pacientes y hacer más fácil la función de los trabajadores, hasta el acabado de materiales. Por eso, las columnas están forradas de materiales diferentes para que, a través del tacto, los niños tengan distintas sensaciones.
Además, en su apuesta por la sostenibilidad, la Fundación Esther Koplowitz ha mostrado especial atención la calidad técnica y arquitectónica del edificio a través del uso de cubiertas vegetales, agua reutilizable, luz natural, usos de leds y materiales reciclados. Elementos que, sin duda, mejoran notablemente el confort de los residentes.