El pasado martes 16 de abril, en su artículo semanal en La Tribuna de Albacete, Javier López-Galiacho dedicó su columna a doña Esther Koplowitz. Desde la Fundación queremos agradecerle el cariño que transmite con sus palabras y todo lo que nos ha ayudado en la coordinación de Los Viernes de la Residencia, la actividad cultural que tiene lugar en la residencia Nuestra Casa de Collado Villalba.
¡Te mandamos un beso enorme Javier!
Esther Koplowitz
Escrito por Javier López-Galiacho
La pasada semana ingresé en la Real Academia Europea de Doctores. En ese acto celebrado en el CEU, fui arropado por académicos, profesores, compañeros de empresa, autoridades políticas y, sobre todo, por un buen puñado de familiares y amigos. Especialmente, me produjo gran emoción tener en primera fila a Esther Koplowitz y a sus hijas Esther y Alicia. Un detalle que valoro enormemente por la significación que para mí tiene que una de las empresarias más valientes, más generosas y desprendidas de España, y ejemplo mundial de filantropía desde su Fundación, quisiera acompañarme junto a sus hijas en un día tan especial. Durante varios años he conocido de primera mano el trabajo incansable que Esther Koplowitz está haciendo por mejorar la calidad de vida de las personas más vulnerables y necesitadas.
He sido testigo directo del cuidado y atención que prestan sus residencias para mayores sin recursos o para personas con discapacidad física, psíquica o parálisis cerebral, tanto en Madrid, Barcelona o Valencia. Y qué decir de su apoyo a la investigación biomédica con su donación para construir el Cibek de Barcelona o la donación del robot quirúrgico Da Vinci al Hospital Clínico de Madrid. No puedo olvidar su ayuda para fomentar la educación en España. Ahí está el colegio mayor de la Universidad Francisco de Vitoria donado por Esther y el fondo de becas que creó para estudiantes necesitados.
Personalmente, me hizo un regalo impagable cuando me encargó la coordinación de Los viernes de la residencia, una actividad de mejora cultural de las personas mayores en la residencia de Collado Villalba (Madrid). Por allí, y doy fe, han pasado personalidades que ya quisiera reunir el mejor de los ateneos culturales o científicos. Algunas personas emplean su patrimonio en lo más rocambolesco. Afortunadamente para la humanidad, otras como Esther Koplowitz, dedican su vida y entregan su patrimonio para mejorar la vida de los más vulnerables de la sociedad. Desde la admiración que siento por ella, hoy deseaba destacar públicamente su capacidad humana excepcional que sobresale en este mundo tantas veces egoísta y narcisista.